Hace poco más de un mes, y aprovechando que
disponía de repente de mucho tiempo libre, tomé una fantástica decisión.
Rebusqué por los cajones y armarios de mi casa hasta encontrar mi veterana
PlayStation One, la coloqué en el salón y me dispuse a terminar un juego que me
trajo de cabeza cuando era joven: Final
Fantasy VIII. Tuve que volver a empezarlo el año pasado porque mi consola
se negaba a leer mi partida anterior, pero qué se le va a hacer. Aunque todavía
me duele no haber podido destrozar a Trueno y Viento usando aquellos viejos
datos —¡cuantísimos años pasé atascado en esa maldita pelea de Balamb!—, mi
nueva partida quedó mucho más redondita y completa, habiendo conseguido mucho
más en mucho menos tiempo. Cosas de la edad, me imagino.
Desgraciadamente, mucho se ha hablado ya de Final Fantasy VIII, así que no estoy
aquí para dar mi opinión sobre el juego.
Aun así, la daré: es estupendo y me he divertido
como un enano jugándolo otra vez.
Y una vez zanjado ese tema, vayamos al grano. No menciono
FFVIII por casualidad o como algo
meramente anecdótico. Aunque no vaya a hablar sobre él, ese juego es la razón
de que escriba esta entrada, ya que fue lo que me llevó a reinstalar y
redescubrir mi PSOne. Ya que la tenía enfrente de mí, tentándome con todos esos
recuerdos de la infancia, decidí que merecía la pena volver a visitar esos
juegos que en su día no terminé… o ni siquiera jugué realmente. V-Rally —mi primer videojuego—, Harry Potter y la Cámara Secreta, Atlantis, Wild Arms… y el juego que hoy nos atañe. Por si el título de la
entrada no lo hubiese dejado lo suficientemente claro, me estoy refiriendo a Star Wars: Rebel Assault II – The Hidden
Empire.
Carátula de Star Wars: Rebel Assault II - The Hidden Empire. |
Nunca he sido un gran fan de Star Wars. He visto todas las películas excepto Rogue One y, con alguna pequeña excepción,
las he disfrutado bastante, pero nunca he llegado a obsesionarme con la
franquicia. Tengo algunos buenos recuerdos relacionados con ella, como esas
falsas peleas de sables láser de patio de colegio —en las que, por alguna
razón, beber agua restauraba tus miembros amputados—, pero nunca ha ido más
allá.
El que sí que es bastante más aficionado a la
saga es mi padre. Sin ser tampoco un fan acérrimo incapaz de perderse una sola
película, ha compartido conmigo casi todo el material de Star Wars que ha caído en nuestras manos. Fuimos juntos al cine a
ver La venganza de los Sith y pasamos
largas horas jugando a LEGO Star Wars
cuando yo era más joven. Y, como cabría esperar, fue él quien, durante una
visita a Cash Converters, se compró este juego de PlayStation para jugarlo
conmigo en casa. Aunque acabásemos por no hacerlo, al parecer.
Incapaz de recordar por qué no tenía ningún
recuerdo de haber jugado a Rebel Assault
II con mi padre, decidí probarlo por mí mismo al tiempo que rezaba para que
mi veterana PSOne pudiese leer un disco tan tremendamente rayado. Siempre he
tenido mala suerte con las tiendas de segunda mano, pero al menos conseguí
arrancar y terminar el juego. No está mal, supongo.
Antes de empezar, quiero pedir perdón por
adelantado por si meto la pata con algunos detalles respecto a la franquicia o
con las nomenclaturas. ¡No me matéis, por favor!
Hablemos primero del argumento. Star Wars: Rebel Assault II – The Hidden
Empire nos cuenta una pequeña —e irrelevante— historia situada cronológicamente
después de la destrucción de la Estrella de la Muerte a pesar de que se llame a sí mismo "Episodio II".
Al igual que las películas, Rebel Assault II comienza con la mítica escena de las letras volando hacia el infinito. |
A grandes rasgos, y sin
querer destripar la historia que nos ofrece, el juego nos pone en la piel de
Cadete Uno, un joven recluta de la Alianza que se ve repentinamente envuelto en
un complot malvado de grandes dimensiones.
Cadete Uno, el protagonista de Rebel Assault II. |
Al parecer, el Imperio ha estado actuando de un
modo extraño últimamente. Si bien no parece haber nada que indique que tales
sospechas no sean infundadas, se dice que Darth Vader, perdida su Estrella de
la Muerte, podría estar creando una nueva y poderosa arma capaz de aniquilar a
la Alianza con suma facilidad. A su vez, se extienden los rumores de que
podrían haber aparecido una serie de “naves fantasma” enemigas que habrían
derribado a algunos rebeldes por sorpresa. Las sospechas se confirman cuando
Cadete Uno y sus compañeros de patrulla reciben un mensaje de auxilio que les
alerta de las intenciones de Vader. A partir de ese momento, recaerá en las
manos de Cadete Uno y una serie de nuevos personajes secundarios la
responsabilidad de detener a Vader y evitar que esa nueva arma llegue a
utilizarse contra la Alianza, ya que, si lo que se dice es cierto, supondría su
perdición.
Un mensaje de auxilio alerta a la Alianza del peligro inminente. |
Si bien éste podría ser el punto de partida para
una historia interesante, Rebel Assault
II no consigue crear un argumento que tenga ningún peso dramático por una
serie de razones.
La primera, y probablemente la más importante, es
la duración. En PSX —buen momento para mencionar que también fue lanzado para
PC y está disponible en Steam—, Rebel
Assault II es un juego de dos discos. Juegos de varios discos, como Final Fantasy VIII, son, a menudo,
juegos realmente largos y llenos de contenido. No es ése el caso que nos atañe.
A pesar de necesitar dos discos, podremos terminar Rebel Assault II en muy poco tiempo. Si no nos atascamos en ningún
punto ni nos encontramos con ningún bug que
nos obligue a apagar la consola en medio de una misión, es muy probable que no
llegue ni a las dos horas.
Carátula de la versión para PC. |
En esas generosas dos horas, el único personaje
realmente recurrente es Cadete Uno. Apenas veremos al resto de personajes durante
un par de brevísimas misiones en las que ellos ni siquiera aparecen ni
desempeñan ningún tipo de rol más allá de algunas voces en off, así que no
tendremos tiempo material de cogerles cariño. Tampoco beneficia a la historia
el hecho de que los personajes sean completamente planos, siendo su apariencia
exterior lo único que, a primera vista, distingue a una persona de la otra. Escenas
supuestamente trágicas en las que nuestros compañeros mueren, tremendamente
habituales en el juego, pasarán por delante de nuestras narices sin causarnos
ni la más mínima emoción. ¿Cómo va a darnos pena la muerte de un tío del que ni
siquiera hemos oído el nombre y que se ha limitado a mirar mientras TIEs
enemigos nos freían a disparos?
Momentos en los que nuestros aliados caen en combate son frecuentes durante las escenas entre misión y misión. |
Como ya he mencionado, la historia tampoco ofrece
nada destacable a nivel narrativo. El juego nos pone en una serie de
situaciones jugables que poco aportan a la trama más allá de hacerla,
simplemente, más larga. Se compone de 15 misiones y apenas la mitad
nos revelan algo de historia real. Si ya es difícil crear un argumento con un
juego de dos horas, Rebel Assault II se
limita a sí mismo todavía más al reducirlo a una; menos incluso si tenemos en cuenta
que la historia rara vez avanza durante una misión. El único punto positivo es
que, aun así, el juego consigue añadir un punto de humor a algunas de sus
escenas, lo cual se agradece bastante.
La segunda razón por la que la historia falla es
por la actuación. Rebel Assault II está
repartido en dos discos porque muchas de sus escenas están hechas con metraje
real y, por supuesto, actores. Para los que recordamos aquellos tiempos, huelga
decir que esto ocupaba muchísimo espacio en un disco y que no entraba juego y
película en un solo CD. Así vivíamos antes del Blu-ray, niños, con nuestros
amigos los mamuts campando a sus anchas por las calles.
Sin embargo, y aunque la idea es francamente
buena, estos actores eran horribles. Suele decirse que un buen actor puede
salvar una mala película, pero Rebel
Assault II junta el hambre con las ganas de comer. El trabajo de los
actores, que en su mayoría no parecen haberse puesto delante de una cámara o un
público en su vida, hace todavía menos soportable un producto que ya de por sí
era malo. Con alguna excepción, por supuesto, pero el elenco es bastante pobre en general. Irónicamente, el bando enemigo cuenta con los mejores actores, ya
que los pocos miembros del Imperio que aparecen se llevan las mejores escenas y
demuestran que son notablemente mejores.
El almirante Sarn es, probablemente, el personaje mejor interpretado de todo el juego en ambos idiomas. |
Pero el juego llegó a nuestras tierras doblado
íntegramente al castellano, así que la mala actuación de los actores americanos
queda ligeramente tapada por la actuación del actor de doblaje. Todo el que me
conozca sabe que soy un defensor incansable de los actores de doblaje españoles,
que hacen una labor tremenda y muy poco reconocida a nivel social hoy en día, y
veo todo lo posible doblado para poder apreciar lo que pueden —o no pueden—
hacer nuestros profesionales.
No pueden hacer Rebel Assault II.
El doblaje español, ajustándose maravillosamente al
original, es igual de nefasto que el producto inglés, pero con problemas de
sincronización como aderezo —cosa que, por otra parte, era casi inevitable en
el pasado, pero no voy a meterme en explicaciones técnicas que nadie me ha
pedido—. Como los actores originales, parece que este elenco no se haya puesto
jamás delante de un micrófono ni sepa qué demonios está haciendo. De hecho, no
me sonaba ni una sola de las voces del juego, lo cual sustenta mi teoría de
que, muy probablemente, no usaron dobladores profesionales. Superamos esa mala
costumbre gracias a atrocidades como ésta, pero algunas de las chapuzas que veo
en la televisión últimamente me demuestran que la estamos retomando. Ese tema
de conversación daría para un post entero, así que voy a dejarlo a un lado.
Por el contrario, Ace Merrick es el personaje con el peor doblaje. Con diferencia. |
Por último, la historia falla porque no tiene ningún tipo de importancia. La situación al principio y al final es exactamente la misma: el final nos devuelve a un status quo total para que nada cambie dentro de la trilogía original de Star Wars. Las dos horas de juego que pasamos sacrificándonos no sirven para nada. Eso nunca es una buena idea, y menos en un videojuego.
Pero dejemos de tratar a Rebel Assault II como si fuese una película y centrémonos en el
juego en sí. Empecemos con las virtudes, que las hay, aunque lo dicho hasta
ahora no nos lleve a esa conclusión.
Por lo general, Rebel Assault II es principalmente un shooter sobre raíles. Casi
todas las misiones nos permiten disparar, ya sea a soldados, a naves enemigas o
a ambos, aunque el objetivo y la forma de hacerlo varían enormemente. De hecho,
esta variedad es uno de los puntos fuertes del juego: cada misión es diferente
a la anterior y nos pone en muchas situaciones diferentes, dándonos una
experiencia Star Wars bastante
completa. Tan pronto nos veremos practicando el vuelo con un Caza TIE del
Imperio como montando en aeromoto por la jungla o derrotando a enemigos a pie,
pistola láser en mano. Para los curiosos, no, no hay sables láser.
En una de las misiones más visualmente impresionantes del juego, manejamos un TIE enemigo a través de un cañón. |
Todo el juego en general es bastante entretenido:
la variedad mantiene la experiencia fresca y hasta dan ganas de descubrir con
qué te va a sorprender la siguiente misión. Las fases a pie, especialmente las
que nos permiten ocultarnos del enemigo, resultan ser las más divertidas: son
desafiantes y amenas porque, por una vez, tenemos un control —casi— total de lo
que está sucediendo. Cosa, por cierto, bastante poco común dentro del juego.
Las fases a pie nos dan la oportunidad de controlar a Cadete Uno mientras se infiltra en bases enemigas. |
Aunque el juego sea entretenido, sería injusto no
mencionar lo absurdo del control en ciertos casos. Empecemos por comentar la
razón de que sean tan imprecisos. No lo he mencionado todavía, pero Rebel Assault II se estrenó en 1995. En aquella época, los mandos
de PlayStation —por lo general— no tenían joysticks, así que este juego no es
compatible con ellos. De hecho, si activamos la función analógica del mando, no
funciona ningún botón del mismo. Volver a utilizar la cruceta del mando después
de tantos años es un auténtico reto de por sí, y más a sabiendas de que el
puntero se mueve a una velocidad diferente en cada misión. Podemos volvernos
locos tratando de apuntar porque nunca llegamos a acostumbrarnos del todo.
Otro detalle que dificulta el control es que,
dicho rápido y mal, lo que vemos no es lo que hay. Rebel Assault II es casi historia de los videojuegos: fue uno de
los pioneros —por lo que yo sé, al menos— en utilizar gráficos pre-renderizados
para que el juego pareciese una película. Una película con mala calidad de
imagen dada la tecnología de la época, pero una película, al fin y al cabo. Un
experimento interesante, pero está claro que no cuajó. Cabría preguntarse si no
aprendimos de nuestros errores al intentar hacer videojuegos cinematográficos.
En definitiva, lo que esto supone es que nosotros
no estamos interactuando directamente con lo que vemos. Por decirlo de un modo
simple, es como si estuviésemos viendo una cortina donde se proyecta una
película, pero el auténtico videojuego está detrás de esa cortina. Sí, los
enemigos aparecen en el vídeo que estamos viendo, pero no están exactamente en
el mismo punto. Acaba siendo exasperantemente común que nuestros láseres
atraviesen claramente la imagen del enemigo sin destruirlo porque no han
alineado el vídeo y el enemigo real correctamente. También resulta común que
choquemos contra paredes o árboles que, según lo que vemos en la pantalla, ni
siquiera hemos tocado. Y ésta es solamente la punta del iceberg.
El capítulo que nos pone a los mandos de una aeromoto está considerado uno de los más complicados debido a lo difícil que resulta a veces no chocarse contra árboles invisibles. |
Y si todo esto no fuese suficiente, el propio
sistema de juego está mal pensado en más de una ocasión. En ciertas misiones,
al pulsar triángulo, es posible cambiar de vista, pudiendo elegir entre ver la
nave que dirigimos desde fuera o mirar desde la cabina. Esta función resulta
especialmente útil en misiones en las que tenemos que saltar entre zonas en las
que nuestro objetivo es destruir naves y zonas en las que tenemos que
asegurarnos de no chocar contra nada.
O lo resultaría, si es que eso fuese posible.
Hay misiones que combinan esas dos facetas, pero en ninguna de ellas podemos cambiar a
una vista en tercera persona. Sólo podemos hacerlo en misiones en las que todo
lo que debemos hacer es disparar y, por lo tanto, siempre preferiremos una
mirilla para apuntar mejor.
La primera misión consiste en derribar a los TIEs enemigos. La vista en tercera persona es la predeterminada aunque todo lo que hay que hacer es disparar. |
Por supuesto, jugando en tercera persona, la
cruceta mueve la nave, y jugando desde la cabina en primera persona, mueve la
mirilla. Pero las misiones en las que tenemos que esquivar obstáculos solamente
nos permiten jugar en primera persona. Esto implica que, para esquivar dichos
obstáculos, es necesario llevar la mirilla hacia uno de los lados de la
pantalla y mantenerla ahí para que la nave vire levemente, lo justo para evitar el asteroide, la compuerta o
cualquier otro obstáculo que nos salga al paso. Qué decir tiene que esto
destroza la jugabilidad, ya que tenemos que esperar a que la mirilla recorra la
pantalla entera antes de que podamos empezar
a girar; lo cual, a menudo, no es suficiente para evitar el golpe. Uno no
debería tener que esperar 5 segundos para que el juego empiece a responder a lo
que el jugador le dice con el mando. Es un fallo de diseño de profesional, aunque es cierto que, muy probablemente, este sistema funcione mucho mejor en PC con un ratón que nos proporcione movimientos más rápidos y precisos. Pero la versión que estoy analizando es la de PlayStation. Como es lógico, lo juzgo por lo que es, no por lo que podría ser en otro sistema.
Nótese cómo la mirilla tiene que desplazarse hasta el borde de la pantalla para evitar cualquier obstáculo, como ese rombo blanco de la esquina inferior izquierda. |
A pesar de todos estos defectos, Rebel Assault II resulta ser un juego
muy entretenido. Lo terminé en tres sesiones —una de ellas interrumpida
prematuramente por un fallo en mi veterana PSOne que tuve que esperar varios
días para poder arreglar— y siempre me quedé con ganas de más. Puede que fuese
porque era consciente de lo corto que era, pero tenía ganas de ver más. Quizás
albergaba la ingenua esperanza de que la historia diese un vuelco o algo por el
estilo, pero hay que admitir que me mantuvo enganchado a pesar de todos los
inconvenientes y de no poder ver todas las cinemáticas correctamente por culpa
de ese problema con la consola. Eso es muy importante y una buena señal.
Además, hay un factor que gustará a los amantes
de los juegos retro. Lo que más se critica hoy en día en el sector de los
videojuegos es que la dificultad ha disminuido enormemente desde aquellos
tiempos de Mega Man y compañía. Por
suerte para ellos y por desgracia para mí, Rebel
Assault II es bastante desafiante. Incluso jugando en fácil, porque aquel
control me impedía sobrevivir a los choques en cualquier otra dificultad, hubo
algunas misiones que me pusieron en más de un aprieto y que terminé con una
barra de vida que ya ni siquiera podía verse. Jugado en difícil —o en su nivel
de dificultad secreto—, creo que podría ser todo un reto para los más exigentes.
Incluso si los controles fuesen mejores.
Ahora bien: Rebel
Assault II tiene un punto a favor. Es un punto al que yo nunca le he dado
mucha importancia, pero al César lo que es del César. Sí, puede que sea algo
completamente anticuado a día de hoy y un sistema que no cuajó en el mundillo,
pero lo de tener un juego con gráficos reales era un prodigio técnico para la
época y un auténtico puntazo. En las misiones a pie, tú no controlas un Cadete
Uno hecho de polígonos: controlas a un hombre de verdad al que han grabado con
una cámara e incluido en el juego. Los trajes y el atrezo son los mismos que se
usaron en las películas, e incluso un personaje completo está sacado directamente
del metraje de El retorno del Jedi.
Sí, claro que hay elementos digitales —¡cómo no, si es Star Wars!—, pero una buena parte de todo lo que podría haber
estado rodado con cámara está, efectivamente, rodado, tanto en las cinemáticas
como en el propio juego. Las animaciones pueden ser un tanto rígidas a veces,
pero todo sigue teniendo un aspecto muy interesante y, desde luego, original. Y
el hecho de que la estética sea reconocible y personal aporta mucho a una obra,
sea del tipo que sea.
Los escenarios son a menudo espectaculares para la época. |
Por último, la música. No soy quién para hablar
de este tema en profundidad, como siempre digo, pero, sinceramente, la banda
sonora me ha parecido muy poca cosa. Todo lo que recuerdo es una corta
selección de temas sacados de las películas, haciendo que resultase bastante
repetitivo. De todas maneras, el sonido de los láseres, las naves explotando y
los enemigos gruñendo acaban por tapar la música casi por completo, así que se
acaba convirtiendo en poco más que un murmullo de fondo al que te acabas
acostumbrando.
Star
Wars: Rebel Assault II – The Hidden Empire es como ver una de las películas de los hermanos
Lumière o de George Méliès: interesante por su valor histórico, pero no por
ello imprescindible o buena siquiera. Como tales hitos de la historia del cine,
hay mucho que aprender sobre lo que se hacía entonces, lo que se hace ahora y
las diferentes direcciones que podría haber tomado la industria. Nunca está de más
investigar, pero no se necesita estudiar cinematografía para ver una película.
Pasa lo mismo en este caso.
Lo que este juego ofrecía en su época eran
gráficos revolucionarios, un juego de dos discos —cosa poco frecuente— y una
pequeña historia para calmar a los hambrientos fans de Star Wars que, en aquel momento, llevaban más de diez años sin ver
una nueva película de la franquicia y todavía tendrían que esperar cuatro años
más para ver La amenaza fantasma. Daba
a los fans la posibilidad de revisitar un momento clave de la saga como lo es
la destrucción de la Estrella de la Muerte a bordo de casi todas las naves que
les fascinaron entonces —incluida una nave muy, muy, muy parecida al Halcón
Milenario, aunque no se llegue a decir su nombre— y utilizando las armas que
tanto les hicieron soñar… excepto el sable láser, irónicamente.
Pero ha envejecido mal. Los gráficos, aunque
interesantes, están desfasados. El control es incluso peor que antes ahora que
nos hemos acostumbrado a la precisión de los joysticks. Tenemos Star Wars lo suficientemente presente en
la actualidad como para no tolerar a los horribles actores que dieron vida a
este juego. Y que fuese doblado al español por gente tan horriblemente mala
hace que sienta vergüenza por un sector al que tantísimo cariño y respeto le
tengo.
Aun así, no todo es malo. Es entretenido, es
ágil, es desafiante, es variado y te mantiene con la duda de qué clase de
misión vendrá a continuación, ya que todas son diferentes y únicas. Además, es
corto, así que no hay que esperar mucho para acabarlo aunque no te guste. Y lo
más importante: me ha dejado con ganas de más Star Wars, y eso es lo que un juego basado en una franquicia tiene
que conseguir ante todo.
Victoria, supongo.
Ficha
técnica:
Título: Star Wars: Rebel Assault II – The Hidden
Empire
Categoría:
Videojuego
Género:
Shooter
Año: 1995
Desarrollador:
LucasArts, Factor 5
Consola: PlayStation,
PC
Jugadores:
1
País de
origen: América
Textos:
Español
Voces:
Español
En
España: Sí
Lo mejor:
-Entretenido a pesar de sus
muchos defectos.
-Deja que con ganas de más Star Wars.
-Muy variado en su contenido,
aunque la esencia sea casi siempre la misma.
Lo peor:
-Historia pobre e interpretada
por malos actores.
-El horrendo doblaje al español.
-Los malos controles dificultan
el juego innecesariamente.
Nota: 5,5